jueves, 13 de mayo de 2010

Maradona se hace Bilardo para que Messi sea Diego


¿Qué busca? Diego Maradona dice que tiene una receta para el Mundial de Sudáfrica.

Se entusiasma, con una idea de juego que camina por la calle del ‘90 y la vereda del ‘86. Entre el papel defensivo y la aventura de un Diego, entre lo conservador y la audacia de un diez. En ese paralelo que traza el entrenador, la influencia de su propia experiencia da origen a esta combinación para lo rústico y lo estético. Un seleccionado como en Italia con la magia del petiso de México.

Un equipo con cuatro marcadores centrales en la línea de fondo supone carencias en asociación para la función ofensiva. Porque, esa defensa con Otamendi, Demichelis, Samuel y Heinze difícilmente sea capaz de romper el molde para, alguna vez, ir hasta donde queda el otro arco.

¿Qué diferencia hay, entonces, respecto del seleccionado de Italia 90?

Si hasta Javier Mascherano está pensado para ser un quinto elemento. Al margen de líberos y stoppers, en la concepción del juego hay una identidad bien marcada. El técnico argumenta que para abrir los espacios tiene a Gutiérrez y a Di María. Que, con eso, le alcanza porque Verón es el distribuidor y el lector para tomar decisiones en ataque.

Dijo que tiene decidida la lista de 23 “en un 95%”, que las exclusiones de Zanetti y Cambiasso estaban “pensadas de antemano” y que lo de Gago “me costó un poco más”.

En la lista inicial se advierten flaquezas que luego pueden quedar al desnudo. ¿Quién es el reemplazante de Verón? En su rol, no se advierte una pieza semejante por naturaleza.

¿Quién es el de Mascherano? A menos que quede en la definitiva Juan Mercier, tampoco asoma ninguno de características idénticas. Entonces, todo esto lleva a la película de los ‘90 y a los lamentos que, por suspensiones y lesiones obligaron a una formación de emergencia.

El caso de la final, contra Alemania, es un archivo terminante. La defensa formó con Juan Simón, José Serrizuela y Oscar Ruggeri. El mediocampo, de cinco jugadores, fue Pedro Troglio, Roberto Sensini, José Basualdo, Néstor Lorenzo y Jorge Burruchaga. Adelante, Maradona y Gustavo Dezotti. Se jugó con cinco marcadores centrales, porque lo que define a un equipo son las cualidades de los futbolistas y no tanto sus funciones.

Que Claudio Caniggia estaba suspendido por doble amarilla, que lo mismo sucedió con Ricardo Giusti, con Julio Olarticoechea...

El tema es, definitivamente, cómo se arma la lista. Si se piensa en dos por puestos o si se arma en base a una idea, como en este caso, donde abundan defensores -excepto Clemente Rodríguez- que trabajan de lo mismo.

“Quiero que Lio (Messi) no se estacione, porque tiene esa tendencia, que juegue libre”, contó el técnico.

Espejos, que le dicen. Lo que busca Maradona, desde su conocimiento como pintor de un arte inolvidable en México, es que Messi se vista de Diego. Sabe, el entrenador, que La Pulga debe elegir el lugar de la casa que le sienta mejor.

Porque, desde ese lugar, quizás pueda exponer todo ese talento para ese vuelo individual que luego se hace colectivo. Porque, si el del Barcelona llega a punto caramelo como el Maradona del ‘86 ¿quién es capaz de no imaginar un escenario final que sea parecido al del Azteca?

Tanto se habla de la mística, de la batalla del ‘90 que al final el mensaje se compra. Maradona arma un plantel, que luego será equipo, que se acerca a eso.

El partido de la clasificación en el Centenario ante Uruguay, el amistoso ante Alemania del 3 de abril... Dos triunfos desde el resultado que inclinaron su balanza para eso. Está la fórmula, está la idea, y hay 30 nombres y otras ausencias.

Un equipo de contra donde, esta vez, Maradona busca a Maradona.

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